Desde hace miles de años hasta el día de hoy, lo que conocemos como fundición en fuego, el proceso por el cual el metal pasa a su estado líquido, es el inicio de lo que hoy llamamos “joyería hecha a mano”.
Con el desarrollo de la civilización, nació la posibilidad de generar y controlar el fuego, lo que conllevó a la fundición de metales para adornarse con objetos hechos en metales preciosos.
Hoy en día continuamos adornándonos de distintas maneras para diferentes ocasiones. Las joyas han sido testigos de la evolución técnica, social, económica, religiosa y moral de todo nuestro mundo y entorno
Fundir es lograr controlar el fuego de tal manera que, el metal pase de su estado sólido a líquido. En este proceso, es importante la correcta manipulación del material para que logre exaltar su belleza.
El joyero pacientemente calienta, enfría, corta, lamina, arma hilos y tubos, para producir pequeñas piezas que se van juntando como un rompecabezas minúsculo.
El joyero amplía la capacidad de sus manos, usando herramientas pequeñas, seguetas, martillos y buriles, limas, lijas, sopletes, fresas de acero y fresas de diamante. En muchos casos, a la joyería hecha a mano, también se le dice joyería “armada”, en honor a este meticuloso proceso de unir partes perfectas para armar una joya perfecta
La naturaleza le entregó a los hombres hermosas piedras, en infinidad de formas y colores, algunas de ellas apreciadas por los humanos de diferentes tiempos y culturas; estas son las que llamamos preciosas.
Los seres humanos con su infinita capacidad de crear y transformar, interesados siempre en producir adornos únicos, auténticos y bellos, unen los metales preciosos y las piedras a través de un proceso que en joyería se llama “engastar”. Hay diferentes maneras de engastar una piedra. Las características del metal escogido y las formas y colores de las piedras, son las bases para que el joyero decida qué tipo de engaste usará.
Por esto y todo lo anterior, la joyería hecha a mano, es un proceso lento y meticuloso, el cual depende de la habilidad innata del joyero, de su conocimiento técnico y de la pasión que tenga por crear una joya impecable y perfecta. De una manera inexplicable y mágica, cada joya hecha a mano abraza la habilidad y la personalidad del joyero, haciéndola auténtica y única.
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